El verdadero rostro de Jesús

 

 

Jesús de Nazaret es sin ninguna duda, para todos, aun para los no cristianos, un personaje universal. Pese haber nacido hace 2000 años en la entonces casi perdida Palestina, de haber pasado prácticamente toda su vida en una aldea insignificante y solamente tres años dándose a conocer públicamente, sin provenir de familia acaudalada ni haber amasado fortuna, sin haber dejado descendencia, sin haber escrito libros, ni ejercido cargos públicos, ni comandado ejércitos, ha sido causa de la mayor revolución en la historia, en la concepción del hombre, en la moral, la filosofía, la teología, el derecho, el arte y la cultura. Lo más valioso del patrimonio común de la humanidad contemporánea, de una u otra manera deriva de Cristo y de su influjo. Su figura señala el comienzo de una era marcada por el mismo calendario: el antes y después de Cristo. Más de mil millones de cristianos lo adoran como Hijo de Dios, para más de mil millones de musulmanes es un profeta, para muchos otros es un filósofo moralista. Para tantos y aun para sus enemigos, que los tiene y muchos, sería muy interesante saber cómo era su figura real durante su presencia física en la Tierra.

¿Podemos saber cómo era su rostro?

Veremos qué respuesta puede dar hoy la ciencia a la incógnita del rostro de Cristo, usando para ello fundamentalmente la arqueología y la historia, apoyadas en otras ciencias y en nuevas técnicas y disciplinas: la antropología, la anatomía, la fisiología, la física nuclear, la química, la iconografía, la numismática o estudio principalmente de las monedas antiguas; la palinología que es la determinación del origen de los objetos por medio del polen que contienen, las nuevas técnicas de fotografía científica, la digitalización de imágenes y la computación en sus múltiples aplicaciones, entre otras.