El Santo Sudario de Oviedo

 

En cambio en general y especialmente los medios, casi nunca mencionan al Sudario de Oviedo, también llamado Santo Rostro, a pesar de que en él no se puede apreciar rostro alguno. El Sudario sí figura en el Evangelio y con este nombre: sudario. Con él se cubrió la cabeza de Jesús al ser bajado de la cruz y llevado al sepulcro, dando cumplimiento a la prescripción fúnebre, señalada en la Enciclopedia Universal Judía, de que el cadáver cuyo rostro estuviera desfigurado debía que ser cubierto con un velo para ocultarlo a los ojos de la gente.

                 La tradición nos dice que el Sudario permaneció en Jerusalén hasta poco antes de la invasión del rey persa Cosroes II Parviz en 614, cuando fue llevado a Alejandría y de allí por el norte de África hasta Cartajena en España, dentro de una caja llamada Arca Santa. Luego fue venerado en Toledo, capital del reino hispano-visigodo, y huyendo del Islam llegó a Oviedo en Asturias, que como sabemos nunca cayó en poder del invasor. El diccionario eclesiástico de España refiere su presencia en la Península en los primeros años del siglo VII y su llegada a Asturias se produce entre 812 y 842. Entre muchos otros documentos interesantes existe una copia del siglo XIII de un acta del 14 de marzo de 1075, certificando que el Sudario formaba parte del Tesoro de Oviedo; firman el acta el rey Alfonso, doña Urraca, varios obispos y el mismo Cid Campeador. En esta oportunidad el rey ordena que la urna se recubra en plata como homenaje a su precioso contenido.

El Sudario es un pañolón de unos 83 cm. por 53 cm. de lino, blanco en su origen, de tejido de trama ortogonal (tafetán), contrariamente al de la Sábana de Turín que está tejido a espina de pescado (sarga). Pero el hilado es de idéntico grosor, de 80 a 100 fibrillas cada hebra, y torceduara en Z como el de la Síndone.

Presenta unas manchas oscuras informes, que siempre se pensó eran manchas de sangre. Doblado en dos al trasluz se ve una imagen cuyo origen se puede adivinar en un rostro humano, de 24,5 cm de alto y nariz  de 7 cm de largo. Al coincidir estas medidas con las del rostro de la Sábana de Turín, se decidió hacer un estudio científico comparativo. Entre otros, un cómputo antropométrico con superposición de las respectivas imágenes, cuyo resultado fue la coincidencia de 120 puntos de la parte anterior de la Síndone  y de 50 de la parte dorsal. Con un número de puntos coincidentes muchísimo menor en casos judiciales se dan por autenticadas las pruebas.

Max Frei, que vimos fue el creador de la palinología, también estudió el polen depositado en el Sudario de Oviedo. Obtuvo en él gránulos de polen de flores de Judea, de plantas del Norte de África y de España, pero no encontró polen de plantas del resto de Europa, ni de Constantinopla ni de Edessa. La palinología certifica el recorrido histórico del Sudario desde Jerusalén hasta Oviedo.

Se estudiaron las manchas oscuras, y se comprobó que eran de sangre humana, del tipo AB, igual que la sangre de la Sábana de Turín.

Todo esto por si solo no bastaría para afirmar que el Sudario de Oviedo es el que menciona el Evangelio. Pero sí demuestra que ambas telas, el Sudario y la Síndone cubrieron un mismo rostro. Y como está bien probado que el Sudario está en Oviedo desde antes del siglo X, se vuelve a demostrar que la Síndone no puede ser de los años 1260-1390 como pretendieron los analistas del Carbono catorce. Ahora sí, ambas telas se autentican recíprocamente.

Pero para el objeto de nuestro video, el rostro de Jesús, el Sudario no nos aporta información que no tengamos en la Síndone. Nos basta con la imagen que presenta, que no sabemos cómo se ha formado, pero que ahora no cabe duda es la de Jesús de Nazaret.